Miami, FL, sábado 16 de marzo de 2024 (Por Vanessa Kerry y Mamta Murthi*). Durante el año pasado, con temperaturas récord, incendios forestales explosivos, sequía intensa, inundaciones masivas y tormentas destructivas, ninguna región ha sido inmune a los signos de un clima más cálido.
Esta es nuestra nueva normalidad. Incluso en los escenarios más optimistas, incluida la decisión histórica de la vigésimo octava Conferencia de las Naciones Unidas (i) sobre el Cambio Climático, o COP 28 (i), de abandonar los combustibles fósiles, seguiremos viendo más crisis relacionadas con el clima con mayor frecuencia y gravedad.
Y el cambio climático nos está matando.
Los impactos del cambio climático en la salud se pueden sentir tanto directa como indirectamente. Está cambiando los patrones de transmisión de enfermedades infecciosas, haciendo que los brotes mortales y las pandemias sean más frecuentes, elevando el riesgo de enfermedades relacionadas con el calor, exacerbando las enfermedades no transmisibles, empeorando la salud mental y afectando la salud materna y neonatal.
La sequía está acelerando la inseguridad alimentaria y la amenaza de desnutrición. Estamos viendo un acceso cada vez más limitado al aire limpio y al agua limpia, al saneamiento, a los alimentos y a otras necesidades básicas de salud humana. Los impactos del cambio climático están aumentando las desigualdades, socavando el crecimiento económico a largo plazo e impulsando la migración y la inseguridad, al tiempo que contribuyen a ciclos de pobreza e inestabilidad en los países más vulnerables. Todo esto socava nuestro progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Sin acción, estaremos retrocediendo
La Organización Mundial de la Salud (i) dice que el cambio climático es la mayor amenaza que enfrenta la humanidad. Si no se hace nada, al menos 21 millones de personas morirán (i) a causa de sus efectos para 2050. Las estimaciones del Banco Mundial (i) muestran que el cambio climático empujará a otros 132 millones de personas (i) a la pobreza extrema para 2030, y al menos 44 millones -o un tercio de ellos- por los impactos negativos para la salud de los eventos relacionados con el clima.
En pocas palabras, la crisis climática está provocando una emergencia de salud pública mundial, con ramificaciones que van mucho más allá de nuestra salud.
Es necesario reconocer que las medidas sobre el cambio climático y la salud deben estar interconectadas y son esenciales para nuestro futuro. El primer Día de la Salud en una cumbre climática de la ONU se celebró en la COP 28 en Dubai. Este fue un primer paso fundamental para acelerar las decisiones e inversiones que salvan vidas. Pero se requieren acciones audaces por parte de los líderes, financiadores y asociados para cambiar la forma en que hacemos negocios. Debemos ser más rápidos y más ambiciosos.
Una transición justa hacia energías limpias para proteger la salud de las personas
En el centro de cualquier progreso significativo está el compromiso de la comunidad global con una transición justa hacia la energía limpia para proteger la salud, el bienestar y los medios de vida de las personas. Debemos abordar las necesidades inmediatas y generar resiliencia a mediano y largo plazo, especialmente para los más vulnerables, que se ven afectados de manera desproporcionada. A continuación se presentan cuatro áreas para garantizar una transición energética justa que coloque la salud en el centro de la respuesta a la crisis climática:
- Planes liderados por los países
Debemos apoyar los planes liderados por los países para adoptar un enfoque holístico para fortalecer los sistemas de salud a fin de garantizar que sean sensibles al clima, resilientes, bajos en carbono y mejor preparados para responder a nuevas amenazas.
Dar prioridad a las estrategias de adaptación y mitigación no solo salva vidas ahora, sino que también refuerza nuestras defensas al reducir la creciente inequidad y garantizar la resiliencia de las comunidades, la infraestructura de atención médica y, en última instancia, el bienestar de las personas.
- Nuevos recursos
Debemos movilizar recursos nuevos y significativos para transformar los sistemas de salud y los resultados relacionados. Actualmente, solo el 0,5 % del financiamiento climático se destina a la salud (i). Si bien en la COP28 se comprometieron USD 1000 millones para el clima y la salud (i), esta cifra está muy por debajo de las inversiones necesarias para la adaptación.
Todos los asociados, incluidas las agencias de salud, los bancos de desarrollo, las organizaciones filantrópicas y el sector privado, tienen un papel fundamental y complementario que desempeñar. Por ejemplo, el Grupo de Trabajo del Banco de Desarrollo para el Financiamiento del Clima y la Salud está reuniendo a instituciones financieras de desarrollo multilaterales y bancos públicos de desarrollo para armonizar enfoques, coordinar más eficazmente y ampliar las oportunidades de coinversión.
El Banco Mundial y el Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (i) están ampliando su colaboración a nivel nacional (i) desarrollando planes de inversión conjuntos para aumentar el financiamiento de la salud climática y acelerar el acceso de las comunidades a los recursos. Y la OMS y el Banco Mundial están trabajando para eliminar los bloqueos al financiamiento para el clima y la salud a través de la Alianza para la Acción Transformadora sobre el Clima y la Salud (i). La filantropía también desempeña un papel poderoso a la hora de movilizar rápidamente fondos como puente hacia el financiamiento público a gran escala y respaldar la innovación y el aprendizaje.
- Movilización del sector privado
La mayoría de los países de ingresos bajos y medianos tienen una prestación de servicios de salud pública y privada mixta. Mejores políticas y regulaciones pueden permitir que el sector privado amplíe el acceso a los servicios, fortalezca la resiliencia, proporcione soluciones innovadoras de atención médica y refuerce las cadenas de suministro “verdes”. Además, el sector privado puede ayudar a impulsar la demanda de servicios y productos más ecológicos comprometiéndose con prácticas comerciales más sostenibles.
- Acción más rápida
Por último, debemos actuar con más rapidez y audacia. En el centro del nexo entre el clima y la salud está el hecho de que cada día se pierden vidas o se viven mal. La inacción significa que aún más personas sufrirán o morirán. La decisión de la COP 28 de abandonar los combustibles fósiles es importante. Sin embargo, no es suficiente.
Para garantizar un planeta habitable, la salud debe estar en el centro del debate sobre el cambio climático. Al intensificar la acción colectiva para fortalecer los sistemas de salud en todo el mundo, se pueden salvar millones de vidas, fortalecer las economías y reducir las desigualdades.
Las decisiones que tomemos ahora determinarán si las generaciones actuales y futuras sobrevivirán y prosperarán, o si seguirán sufriendo desafíos de salud aún más mortales y costosos debido al clima.
*Vanessa Kerry es Cofundadora y CEO de Seed Global Health y Mamta Murthi es Vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial.
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