Miami, FL, 21 de septiembre de 2024. Por Juan Pablo Uribe
En 1970, se esperaba que solo una de cada cinco personas en el mundo viviera hasta los 80 años. En 2023, cerca de la mitad de la población había alcanzado ese umbral.
Esto representa un progreso notable. Sin embargo, a medida que la población mundial envejece a un ritmo rápido, numerosos países no están preparados para abordar los desafíos de este cambio importante. Esta tendencia, que se conoce como “transición demográfica”, tiene consecuencias significativas para los mercados laborales, las políticas sociales y los servicios de salud.
Por ello, invertir en el bienestar de las personas a lo largo de toda su vida es más importante que nunca para promover una longevidad saludable, productiva e inclusiva. Además de mejorar la calidad de vida de la población, las políticas adecuadas pueden reducir los costos de atención médica, disminuir el gasto público en protección social y proteger el capital humano esencial de los países.
En un nuevo informe del Banco Mundial titulado Unlocking the Power of Healthy Longevity: Demographic Change, Noncommunicable Diseases and Human Capital (i) (Liberar el poder de la longevidad saludable: Cambio demográfico, enfermedades no transmisibles y capital humano) se proponen estrategias eficaces fiscalmente responsables para impulsar la longevidad, con especial atención en la pobreza y la igualdad de género.
Promover una longevidad inclusiva y saludable
En 2050, al menos un tercio de la población mundial tendrá más de 60 años. Esta situación provoca el surgimiento de enfermedades no transmisibles (ENT), como la diabetes, las afecciones respiratorias y cardíacas, el cáncer y la depresión, que ahora se encuentran entre las principales causas de muerte a nivel mundial. Los países deben actuar de inmediato para hacer frente a esta tendencia, asegurando la prevención y el control eficaces de las enfermedades no transmisibles y crónicas que afectan a millones de personas en todo el mundo.
La equidad debe ser el núcleo de todas las iniciativas para combatir estas afecciones. Datos muestran que las personas más pobres son más vulnerables a las ENT debido a las tasas más altas de tabaquismo, consumo de alcohol y obesidad, y al acceso limitado a atención médica asequible y de calidad. En los países de ingreso bajo y mediano, por ejemplo, las ENT ya son responsables de más del 70 % de las muertes y de una proporción importante de las discapacidades. Su impacto crea trampas de pobreza intergeneracional que afectan las perspectivas de familias enteras, incluido el futuro de los niños.
También es fundamental incorporar una perspectiva de igualdad de género. Aunque las mujeres tienden a vivir más que los hombres, soportan una alta carga de enfermedades crónicas. Por ejemplo, tienen más probabilidades de sufrir largos períodos de enfermedad y discapacidad y de sufrir violencia de género, y suelen tener acceso a menos recursos que los hombres para abordar estos desafíos. Además, sus responsabilidades tradicionales como cuidadoras pueden limitar su capacidad para mantener un empleo remunerado y socavar su propio bienestar. La atención comunitaria puede ser una alternativa eficaz en función de los costos para los cuidados en el hogar, y ayudar a las mujeres a permanecer más tiempo en la fuerza de trabajo.
Se necesitan medidas urgentes
La implementación de las políticas proactivas descritas en nuestro informe para apoyar una longevidad saludable podría salvar 150 millones de vidas en los países de ingreso bajo y mediano, y también aumentar la esperanza de vida de millones de habitantes más de aquí a 2050. Además de reducir las muertes evitables y las discapacidades graves, apoyar una longevidad saludable también garantiza que las personas de mediana y avanzada edad se encuentran en buenas condiciones desde el punto de vista físico, cognitivo y social, lo que genera importantes beneficios económicos.
Pero esto solo se puede lograr si los Gobiernos adoptan medidas audaces y un enfoque intersectorial para promover una longevidad saludable, desde la infancia hasta la vejez. Algunas de estas medidas incluyen mejorar la nutrición infantil y la educación de las niñas, y ampliar la disponibilidad de cuidados a largo plazo.
Para que estos esfuerzos den resultados, es necesaria la colaboración en materia de protección financiera, cuidados prolongados y políticas fiscales en todos los sectores gubernamentales y otras entidades con los asociados en la tarea del desarrollo, la sociedad civil y los mercados laborales.
Apoyo a los países en el transcurso de la transición demográfica
La labor para promover una longevidad saludable es una parte esencial del objetivo del Banco Mundial de dar acceso a mejores servicios de salud a 1500 millones de personas de aquí a 2030. Esto implica ampliar las medidas de alto impacto que brindan protección social a los pobres y abordan las necesidades de cuidados a largo plazo.
Integrar estos servicios clínicos para tratar las ENT en los sistemas de atención primaria de la salud, por ejemplo, es crucial para prevenir sufrimiento y muertes innecesarios; también es eficaz en función de los costos. A través de impuestos al tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas, los países pueden movilizar ingresos adicionales para ayudar a financiar los programas de longevidad, cubrir los costos esenciales de salud y ampliar los programas de protección social para el sector informal. Con el tiempo, los países verán los beneficios financieros de su inversión en políticas de promoción de la salud, cuando se prolongue la vida laboral de las personas y aumente la productividad.
El Banco Mundial continuará utilizando sus conocimientos especializados únicos y su enfoque basado en evidencias para trabajar con los países a medida que estos desarrollan programas nacionales que promueven una longevidad saludable. Con la entrega de financiamiento dirigido a iniciativas que mejoran la protección social y el bienestar de las personas, estamos dispuestos a ayudar a los países a superar la transición demográfica, proteger su capital humano y respaldar la estabilidad económica a largo plazo.
Fuente: Banco Mundial
Imagen: Freepik