Un nuevo informe de Unicef revela un cambio histórico en la salud infantil: la obesidad supera al bajo peso.
Por primera vez en la historia, hay más niños y adolescentes con obesidad que con bajo peso en el mundo, según un informe reciente de Unicef basado en datos de más de 190 países. El estudio revela que uno de cada diez menores de entre 5 y 19 años —aproximadamente 188 millones— vive con obesidad, un fenómeno que se ha triplicado desde el año 2000.
El informe muestra un cambio profundo en el panorama de la malnutrición: mientras la desnutrición y el bajo peso infantil han disminuido, la obesidad se ha convertido en una preocupación creciente. Los investigadores atribuyen esta tendencia a la transformación de las dietas tradicionales hacia una fuerte dependencia de alimentos ultraprocesados, ricos en calorías, azúcares y grasas, pero pobres en nutrientes. Este cambio, señala el organismo, “pone en riesgo la salud y el potencial futuro de los niños, las comunidades y las naciones”.
Un nuevo rostro de la malnutrición
Hasta hace pocos años, hablar de malnutrición infantil era sinónimo de carencias alimentarias y bajo peso. Sin embargo, el concepto se ha ampliado para incluir también la obesidad, que representa una forma de alimentación inadecuada con graves consecuencias para la salud. Esta condición aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, trastornos cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer en la edad adulta.
Aunque en el pasado el sobrepeso infantil era un problema característico de los países de altos ingresos, Unicef advierte que ahora afecta también a los países de ingresos medios y bajos. En muchos de ellos se observa una “doble carga” de malnutrición: comunidades donde coexisten la desnutrición y la obesidad, a menudo dentro de una misma familia o incluso en la misma persona a lo largo de su vida.
Durante la infancia y la adolescencia, una alimentación equilibrada —rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas— es esencial para el crecimiento y el desarrollo cognitivo. Sin embargo, las dietas modernas, impulsadas por la urbanización y la publicidad de productos ultraprocesados, están desplazando hábitos alimentarios saludables en todo el mundo.
Un problema global en aumento
De acuerdo con Unicef, la proporción de niños y adolescentes con bajo peso pasó del 13% en el año 2000 al 9,2%, mientras que la obesidad aumentó del 3% al 9,4%. En total, uno de cada cinco menores en edad escolar presenta sobrepeso, lo que equivale a unos 391 millones de niños y adolescentes en todo el mundo.
La obesidad infantil ya supera al bajo peso en casi todas las regiones, con excepción de África subsahariana y el sur de Asia. América Latina, junto con Medio Oriente, el norte de África y América del Norte figura entre las zonas con mayor prevalencia de sobrepeso infantil. En la región latinoamericana, el número de niños con obesidad o sobrepeso pasó de 34 millones en 2000 a 56 millones en la actualidad, un incremento que refleja cambios profundos en los hábitos alimentarios y en el acceso a alimentos saludables.
Factores y consecuencias
El estudio advierte que las dietas de los niños están saturadas de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas, que pueden llegar a representar hasta un tercio de la ingesta calórica total en países como Argentina, Chile y México. En América Latina, los adolescentes consumen una de las mayores proporciones de refrescos y alimentos procesados del mundo, lo que contribuye al aumento sostenido de la obesidad infantil.
Unicef considera esta situación una “emergencia silenciosa” con consecuencias sanitarias y económicas a gran escala. De mantenerse la tendencia, se estima que para 2035 el impacto económico mundial del sobrepeso y la obesidad superará los cuatro billones de dólares anuales.
Frente a este panorama, el organismo insta a los gobiernos a adoptar políticas públicas que limiten la comercialización de alimentos poco saludables, promuevan un etiquetado claro y restrinjan la venta de comida chatarra en escuelas. Asimismo, propone ampliar los programas sociales que garanticen el acceso de los niños a dietas nutritivas y asequibles.
La obesidad infantil, señala el informe, no es solo un problema médico, sino también un reflejo de desigualdades estructurales, entornos alimentarios poco saludables y falta de educación nutricional. En palabras de Unicef, revertir esta tendencia requiere un esfuerzo global para asegurar que todos los niños crezcan con las mismas oportunidades de tener una vida sana.
Informe: Sebastian Marín Jaramillo
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